martes, 27 de agosto de 2013

"Sin duda habrá muchos que me censuren considerándome una perenne descontenta. Pero yo no podía evitarlo; era algo consustancial conmigo misma. Cuando sentía con mucha intensidad  aquellas impresiones, mi único alivio consistía  en subir al tercer piso, pasear a lo largo del pasillo y dejar que mi imaginación irguiese ante mí, en la soledad, un cuento maravilloso que nunca acababa: la la narración, llena de color, fuego y sensaciones, de la existencia que yo deseaba vivir y no vivía"
(Jean Eyre, Charlotte Brontë) 

in the lands of the Bröntes







jueves, 22 de agosto de 2013

Goce Smilevsky, La hermana de Freud

sigo con La hermana de Freud:

"Klara hacía muchas visitas a gente necesitada de consuelo y yo a veces la acompañaba. Solía ir  a ayudar  en los orfanatos y en los asilos para mujeres cuyos maridos las habían echado de casa.... Iba a las fábricas y animaba a los trabajadores  a convocar huelgas por una jornada laboral más corta y unos salarios más altos. Los dueños de las fábricas  contrataban a mercenarios que le propinaban tremendas palizas, dejándola durante días inconsciente en la cama,...

Era atractiva en su falta de coquetería: en vez de los peinados  de aquella época llevaba  el pelo inusualmente corto; en vez de sayas de encaje, cintas y flores artificiales, fue la primera mujer en Viena en vestir pantalones. De este modo la gente la reconocía por las calles, blasfemaban, la escupían y le tiraban piedras. Cuanto más luchaba por la autoestima de las mujeres, tanto menos autoestima le quedaba a ella misma; era imposible que todas las agresiones contra ellas pasaran sin dejar su impronta....

De Goce Smilevski, La hermana de Feud 
(Alfaguara, Madrid, 2010, pp.96-97)


[habla Adolphine Freud, protagonista de la novela] "Cuando empezó a explicar [Klara Klimt] las tesis de Mill sobre la necesidad de que se les permitiese a las mujeres participar en política, en primer lugar con la implantación del sufragio universal, mi hermano pidió  disculpas por interrumpirla y dijo:
- Me alegro de que usted, al igual que Mill, defienda la idea  de que las mujeres no deben  estar sujetas a los hombres, pero espero que no esté de acuerdo con todos sus planteamientos sobre la emancipación femenina.
- Yo suscribo todo lo que él ha escrito en El sometimiemnto de las mujeres -replicó Klara.
- ¿Suscribiría también  su idea de que a las mujeres han de permitírseles desempeñar todas las funciones laborales y políticas de los hombres?
- Por supuesto
- Pero eso es una locura ....
...Las  mujeres son seres diferentes, no inferiores, pero sí completamente  diferentes de los hombres. Cambiar su educación y lanzarlas  a la lucha por ganar el sustento haría que la mujer perdiese
toda su afabilidad y dulzura. Se perdería nuestro ideal de feminidad.
- ¿Y a quién le hace falta  su ideal de la feminidad? -preguntó Klara, y mi hermano, incapaz de dar en ese momento con la respuesta adecuada, permaneció callado-  A nosotras no nos hacen falta los ideales inventados por los hombres, lo que necesitamos es igualdad y libertad.
- Me parece que entonces sucedería algo parecido al mito de Pandora. La igualdad sería la caja de Pandora  en manos de las mujeres y de ella saldrían muchos males.
............."

domingo, 11 de agosto de 2013

a Londres any time


Violet Trefussi, Vita Sackville y las muchachas de Irún


Carta de Violet Trefusis (a los 17 años) a Vita Sackville-West:

Me gustaría arrancarte de tu Italia, abofetearte las mejillas y llevarte en viaje de placer muy lejos, lejos de todo cuanto actúa como narcótico sobre una naturaleza que en tus dos últimas cartas parece medio dormida. ¡Dios mío, Dios mío, cómo puedo romper esa calma olímpica que guarda los recuerdos púrpura y escarlata que guardo de ti? En primer lugar debemos viajar a España, tú como mi alumna, yo como tu cicerone. Te enseñaré el Manzanares, con sus sinuosos meandros; Irún sombreado por los Pirineos, con sus crueles y guapas muchachas;...”

(Nigel Nicolson, Retrato de un Matrimonio, Lumen, 2011, p.118)